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De película: en Buenos Aires hay castillos de terror con escalofriantes historias

Las escalofriantes leyendas de las casonas de Buenos Aires

Buenos Aires está llena de fantasmas, con edificios y casonas del casco urbano porteño que cuentan con escalofriantes leyendas de terror y fantasmas en sus pasillos.

A continuación, un repaso por las mejores historias y mitos urbanos de Buenos Aires.:

La Torre del Fantasma: Ubicada en el barrio de La Boca, esta curiosa construcción centenaria de estilo "modernista catalán" cuenta con una historia que hizo que se gane el apodo de "Torre del Fantasma".  Según cuenta la leyenda, en este viejo castillo de Benito Pérez Galdós al 300 vive el fantasma de una joven pintora llamada Clementina. Hoy, muchos afirman que por las noches se pueden escuchar los pasos de la pintora y hasta las voces de los duendes. 

Palacio de los Bichos: Este llamativo palacio de VIlla del Parque fue construido por el ingeniero Muñoz González a principios del siglo XX. Según cuenta la leyenda, un aristócrata italiano de apellido Giordano ordenó que se levante el castillo como regalo para su hija Lucía, quien estaba por casarse con el violinista Ángel Lemos.

La fiesta se realizó en el palacio y allí es donde se dio la tragedia: cuando los novios se iban en un coche a caballos y los invitados los saludaban desde los balcones, un tren los arrolló y les causó la muerte. El padre de la novia cerró la mansión y volvió a Italia, pero eso no sería todo, ya que, con el correr de los años, diversos emprendimientos comerciales que se llevaron a cabo en el lugar fracasaron rotundamente.

Iglesia de Santa Felicitas: Por supuesto, si se trata de tragedia de amor, la Iglesia de Santa Felicitas, en el barrio de Barracas, guarda tal vez la historia más dura de todas. Es la de la joven Felicitas Guerrero de Álzaga, quien a mediado del siglo XIX sólo tenía 15 años y muchos decían que era "la mujer más hermosa de la república".

Ella se casó con Martín de Álzaga, un rico hacendado de edad avanzada que murió once años después. Felicitas, con sólo 26 años, heredó su fortuna, la que, sumada a su belleza, le trajo a numerosos pretendientes. Los principales fueron Enrique Ocampo y el estanciero Sáenz Valiente, quien finalmente fue elegido por la joven.

Sin embargo, esto generó la ira de Ocampo, quien luego de discutir con Felicitas la asesinó de dos balazos el 30 de enero de 1872. Aquella jornada, los familiares de la joven escucharon los gritos y vieron lo que había ocurrido, por lo que le quitaron el arma a Ocampo y lo mataron. 

Tras la tragedia, la familia de la joven construyó la iglesia en honor a la joven. Y la leyenda dice que, los 30 de enero por la noche, el fantasma de Felicitas llora de dolor entre las rejas del templo. 

Palacio Noel: Este palacio de Retiro donde hoy funciona el Museo Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, tiene una historia muy triste detrás... o mejor dicho debajo. Es que el Palacio Noel fue construido sobre los terrenos en los que antes, en el siglo XVII, funcionaba una compañía importadora de esclavos.

Por aquellos años, el comercio de personas que eran traídas a la fuerza de África era muy común, y este era uno de los lugares que se encargaba de este cruel negocio. En sus terrenos, los esclavos se encontraban días y días hacinados, encadenados y sin comida ni ningún tipo de higiene, esperando que alguna de las acaudaladas familias de la Ciudad los compre. 

Eso no es todo: posteriormente, la misma zona fue utilizada para montar un cementerio destinado a los ingleses afincados en Buenos Aires y sus descendientes. Aquella necrópolis fue luego trasladada, pero sólo se llevaron las lápidas, por lo que las viejas tumbas quedaron en el lugar. 

Casa de los Leones: Para repasar la leyenda de la Casa de los Leones, hay que mencionar a Eustaquio Díaz Vélez, un terrateniente que pisaba fuerte en Buenos Aires a fines del siglo XIX y que estaba fascinado por estos mamíferos.

Según se cuenta, por los jardines de la casa estos feroces animales andaban libres y un día, mientras festejaban el compromiso de la hija de Díaz Vélez con su novio, uno de los leones atacó y mató al pretendiente. La joven, por su parte, no pudo soportar el dolor y se suicidó.

Más tarde, y caído en un pozo depresivo, Díaz Vélez se deshizo de sus leones, pero pidió que tallaran sus cabezas en piedra sobre las arcadas de las puertas de la mansión, algo que incluso hoy en día se mantiene. 



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