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Desde el Consulado de Bolivia acusan a Macri de perjudicar a ese país con el Plan Belgrano

De acuerdo con la información se busca evitar que se legalice el consumo de la hoja de coca

Una inesperada polémica se disparó hoy cuando el Consulado de Bolivia, acusó al presidente de Argentina, Mauricio Macri, de intentar perjudicar a ese país a través del Plan Belgrano.

Según el curioso análisis, se establece que lo que se busca desde Argentina es evitar la legalizacón del consumo de hoja de coca en el país, un negocio que, según el informe, mueve 15.000 millones de pesos. 

Lee el informe completo:

El 11 de abril pasado, el gobierno argentino hizo conocer a su par boliviano la preocupación por la aprobación de una ley que permite la ampliación de los cultivos de hoja de coca. Obviamente, lo que no hizo conocer Macri es que esa “preocupación” forma parte de su arsenal político y discursivo para justificar la compra de armamento y poner en marcha el “Plan Belgrano”, cuya lectura geopolítica debería ser de preocupación de Bolivia.

La propuesta de Macri, presentada ya en la campaña electoral, involucra a diez provincias del Norte Argentino. En principio el “Plan Belgrano” difícilmente podría ser rechazado por nadie. Tiene la ventaja política de proponer cosas atractivas para los argentinos, particularmente para los que viven en el norte, como es el desarrollo de redes ferroviarias, más infraestructura caminera, aeropuertos y telecomunicaciones para garantizar la fluidez de las mercancías hacia los puertos argentinos y el Pacífico. Todo eso traería, señalan sus defensores, progreso para toda región.

Pero como señala el profesor argentino Atilio Borón, uno de los estudiosos más importantes de la geopolítica estadounidense, “el tema no es lo que se va a hacer sino cómo se lo va a hacer”. A esta pregunta habría que añadir otras dos desde una perspectiva boliviana ¿qué representa el Plan Belgrano para las relaciones boliviano-argentinas? y ¿cuáles serán las consecuencias geopolíticas, geoeconómicas y geoestratégicas para Bolivia?

Desde el punto de vista de las relaciones boliviano-argentinas, no es muy aventurado afirmar que el “Plan Belgrano” será empleado por el gobierno de Macri para controlar la frontera con Bolivia, donde existe un gran movimiento comercial, pero sobre todo para fortalecer la lucha contra el narcotráfico desde una perspectiva estadounidense, criminalizar el consumo legal de la hoja de coca –llamada “coqueo” en el norte argentino- y endurecer la política migratoria contra los bolivianos. De hecho, en los últimos meses autoridades argentinas han obtenido de sus similares bolivianas –la última a principios de abril en una reunión de vicecancilleres-, el compromiso de vigilar la producción de coca y cocaína y vigilar el paso a la Argentina, según destaca en su edición del 12 de abril el periódico conservador El Clarín.

Por eso, Rogelio De Leonardi, un dirigente de derechos humanos argentino, sostiene que “comparar el norte argentino con el norte mexicano no solo es un disparate sino algo también malintencionado” y que “nada mas desfachatado que comparar nuestro norte, con los territorios dominados por los carteles mexicanos”. De acuerdo a datos oficiales de EE.UU. poco difundidos por razones obvias, del total de cocaína que se mueve en ese país norteamericano, solo un 1% procede de Bolivia, por lo que esa droga se orienta en su comercialización principalmente al Brasil, desde donde se va a África y Europa, pero también a Argentina y Chile. Hay que subrayar que Bolivia, producto de un modelo nacional de lucha contra el narcotráfico, se ha convertido mas en ruta de transito que en lugar de fabricación de la paste base y el clorhidrato de cocaína.

Si bien la cooperación bilateral entre ambos países abarca niveles de coordinación en la lucha contra el narcotráfico, el efecto peligroso del “Plan Belgrano” es que Bolivia estará bajo acecho permanente en la medida que en el gobierno argentino prevalece el criterio estadounidense de que en esa frontera hay el movimiento de organizaciones criminales poderosas. Es decir, en Argentina, como ocurre en otros países que rodean a Bolivia, la política antidrogas se mueve dentro de la fracasada estrategia estadounidense de “Guerra Internacional contra las Drogas”.

Pero si hay algo que impactará negativamente en el proyecto boliviano de fomento al consumo legal de la coca y su industrialización, según aspira lograr la nueva ley en la materia, es el control sobre la comercialización de la hoja de coca y su consecuente práctica del “coqueo” en la Argentina. Y ese no es un dato menor debido al ingreso de coca boliviana al vecino país, particularmente a las provincias de Jujuy, Salta y Tucumán, y que produce un movimiento de 15.000 millones de pesos argentinos al año, según datos periodísticos basados en fuentes oficiales.

Desde el punto de vista geopolítico, la situación es mucho más preocupante. Concebido como parte de la estrategia política, económica y militar estadounidense, el “Plan Belgrano” es una amenaza real para Bolivia y el proyecto de independencia económica y soberanía política que lleva adelante el gobierno de Evo Morales. De los tres países (Bolivia, Chile y Argentina) que tienen el 85% de las reservas mundiales de litio, es el primero que tiene en su poder las más grandes de las reservas en el Salar de Uyuni (50% del total de reservas del planeta), hasta el punto tal que ese país es considerado como la “Arabia Saudita” del litio.

Bolivia, con Evo Morales, se ha convertido en un pivote geopolítico de Sudamérica, no solo por su privilegiada ubicación geográfica –enclavado en el corazón de la región- sino por el espacio de soberanía política conquistada. Y eso es algo que no le agrada ni a los Estados Unidos ni a los países vecinos gobernados ahora por aquella derecha que proclama el “fin del ciclo progresista” con el mismo entusiasmo que los ideólogos del imperialismo celebraban el “fin de las ideologías” al derrumbarse el campo socialista en 1991. En medio de la contraofensiva imperial y de la derecha en América Latina, no se puede minimizar el juego en contra que tiene Bolivia al tener al Brasil de Temer, el Paraguay de Cartes y la Argentina de Macri, sin tener en cuenta la vigencia de la política pinochetista de Chile hacia Bolivia. La situación es más delicada desde una consideración geoestratégica y militar, pues Estados Unidos se ha encargado en las últimas dos décadas de abrir bases militares en Perú, Chile, Paraguay y Argentina. Tampoco es un dato menor que el gobierno de Macri esté destinando 2 mil millones de dólares para la compra de armamento que será destinado, principalmente, a fortalecer el despliegue operativo en la frontera norte, según revela el periodista argentino Andrés Sal.lari.

En síntesis, el “Plan Belgrano” es algo más que un plan para el desarrollo del norte argentino. Se inscribe dentro del plan general estadounidense de restablecer las relaciones de dominio/subordinación en América Latina, un inmenso territorio que cobija recursos naturales que el imperialismo necesita para su reproducción y que en nada se repele con las políticas proteccionistas de Trump.

 



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