En casos como este, la realidad supera la imaginación. Esta es la historia de Nori, el perro de raza Aussiepoo con facciones humanas que vive en Seattle, Estados Unidos, con sus dueños, Kevin y Tiffany.
El can no puede pasear por la calle sin que la gente le mire por su semblante asombrosamente humano. Sus grandes ojos en forma de almendra y sus labios rosados, que parecen curvarse en una sonrisa, hacen que el animal no pase desapercibido.
Kevin también lo tiene asumido: “Cuando era pequeño, no podíamos caminar más de 100 metros sin que alguien nos detuviera para hacernos preguntas sobre él”. Su amo explica que, a medida que envejece, va perdiendo su apariencia humana, pero sigue siendo el centro de todas las miradas y caricias.