Al recordar sus primeros años en el medio, Florencia explicó que el cambio de hábitos y de humor se debió a que “el marco social era otro. Burlarme de mi identidad era un modo de ‘transar’ la aceptación de la gente “. Hoy por hoy, Flor cree que el humor autorreferencial puede traer consecuencias no deseadas: “Es una puerta peligrosa, que se abre a la descalificación, porque la homofobia también se manifiesta entre risas y aplausos. Y mucho se me criticó cuando dejé de hacerlo: ‘¡Ay, ahora se cree una señora!’. Sí y de eso se trata. De vivir como me siento y que todos lo respeten, sin necesidad de anteponer ‘transexual’ a mi nombre. Me di cuenta de que ya no necesitaba decir que llevaba una maquinita de afeitar en la cartera para que me quieran “.
Sin embargo, no quedó sólo en lo ‘autoreferencial’, sino que apuntó directamente a Lizy: “Ella me encanta, pero su actitud no construye en este contexto de lucha por la igualdad, en la que muchas compañeras quedaron en el camino. Yo le diría que lo piense, que no aporte a la confusión, que ya es hora de barajar y dar de nuevo”.
Lizy, quien a diferencia de Florencia mantiene los chistes sobre su condición y muchas veces se burla de su voz masculina o cuenta anécdotas sobre los problemas que ha tenido por no haber cambiado el nombre de Edgaro Luis Rojas de su DNI, tomó la situación con humor, aunque también aportó ideas para que Florencia no se enoje tanto.
“Cada uno construye lo que quiere... pero no significa que para ello deba destruir la casa de al lado... en lugar de matarme a mi debería educar a quienes aún no entiendan que yo soy yo y otra persona es otra y AMBAS merecemos respeto”, publicó en las redes.
Fuente: Radio Mitre
