A veces, es mejor callar que hablar en caliente. La ciencia afirma que el silencio es salud. Pero al tratarse de una figura mundial, la postura no deja de ser llamativa. Desde la eliminación de Argentina, Leo Messi, el hombre en cuestión, no se manifestó. Optó por el alejamiento y el refugio en su círculo íntimo.
La última vez que Messi habló fue tras la agónica victoria ante Nigeria en fase de grupos. Lo hizo en dupla con Jorge Sampaoli. Días más tarde, llegó el partido con Francia y la posterior eliminación de Argentina, con la postal de Leo mirando al piso, triste como todos. Pura decepción en su cuarto Mundial.
Como capitán y mejor jugador de Argentina, se aguardaba por sus palabras. Lo hicieron varios post partido como Mascherano, Biglia y Agüero, entre otros. Los dos primeros, incluso, confirmaron su alejamiento de la Selección. Pero Leo puso mute y se retiró con la cabeza gacha, visible en la zona mixta de prensa, y evitando las preguntas de turno de los medios. Distinto a aquella Copa América de Estados Unidos en 2016, cuando había confirmado su alejamiento del seleccionado tras la derrota ante Chile por penales. Tal vez, una decisión en caliente en ese entonces. Acá, se subió al micro como uno más y luego armó las valijas como todos, marchándose del búnker de Bronnitsy horas más tarde.
